El "avión torpedo" que posteriormente Paulet
prefiere llamar "autobólido" estaba diseñado sobre la base de su motor
a reacción y poseía una forma de "punta de lanza". Esta nave
aeroespacial tenía un espacio interior adecuado para una tripulación,
revestido a su vez en su parte externa con una capa de material resistente a
las condiciones del espacio y de la atmósfera. Paulet eligió el diseño
esférico de la cabina debido a que ésta forma geométrica es más resistente a
las presiones externas producidas por el medio ambiente y porque a su vez
permite una completa libertad de movimiento a la tripulación. Así mismo el
diseño consideraba el uso de paredes térmicas y la producción de electricidad
para el instrumental por medio de baterías termoeléctricas.
La nave espacial diseñada por Pedro Paulet
estaba basada en principios completamente diferentes a los conocidos en ese
entonces. La nave de Paulet no tenía alerones, un fuselaje con alas de avión
tradicional, un motor a gasolina, ni tiene hélices. La nave estaría
construida de una esfera de aluminio con un interior de acero, con unas medidas
de 3 metros y medio de largo por dos y medio metros de ancho. La propulsión de
cohetes cayó en completo desuso por un tiempo, de tal modo que ni los mismos
aviadores tomaban en serio a los nuevos ingenieros de planeadores con motor de
hélice. En esta época la industria aeronáutica recién comenzaba, y a las
personas no les interesaba la teoría, sino los resultados prácticos.
En 1902 el físico-matemático ruso Konstantín
Tsiolkovski, uno de los precursores de la astronáutica diseñó una
nave a retropropulsión para viajes interplanetarios guiándose en los diseños y
el prototipo denominado "Autobólido" que en 1895 había
diseñado Pedro Paulet. Asimismo en 1912, el profesor estadounidense Robert
Goddard y el científicoalemán Hermann Julius Oberth (en 1923)
perfeccionaron sus motores experimentales sobre la base de la concepción
inicial de Paulet.
Fue el propio director de la NASA y director
del primer vuelo tripulado a la Luna, el científico Wernher von Braun,
quien reconoció que con su esfuerzo el peruano Pedro Paulet ayudó a que el
hombre abordara la Luna, y en el libro que el mismo von Braun escribió
conjuntamente con Ordway – "Historia Mundial de la Astronáutica" -
recuerda que Pedro Paulet, en París, entre 1895 y 1897 experimentó
con su pequeño motor de dos kilos y medio de peso, logrando un centenar de
kilogramos de fuerza, y agrega "por este hecho, Paulet debe ser
considerado como el pionero del motor a propulsión con combustible
líquido".
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